sábado, 19 de febrero de 2011

La Inspiración (y 2)

Se me preguntó ayer, a raíz de una entrada en otro blog, sobre la inspiración. sobre cuánto tardo en escribir algo. Mi primera respuesta fue prácticamente inmediata. Muy poco. Después, y tras darle vueltas a la pregunta, creo que he llegado a la respuesta. Tardo poco porque nunca me pongo a escribir. Al menos no como una obligación. Escribo mucho. Y lo hago sobre diferentes temas. A veces intento plasmar algo de lo que siento. Otras, contar lo que he visto o lo que he leído. También desarrollo, de vez en cuando, alguna ficción, aunque parte de una base más o menos real, e incluso auto - biográfica. Pero. En todos los casos anteriores, solo lo hago cuando la idea me viene a la cabeza. O mejor aún, cuando ya está en la cabeza. Es por ello que, una vez que empiezo a plasmarla sobre el papel, o la pantalla, fluye sola. Otra cosa es cuando he tenido, o tengo, que desarrollar un documento para mi trabajo. Es diferente. Estoy sentado delante del ordenador. Suelo tener una pizarra. Rotuladores de varios colores. diferentes documentos y libros abiertos. Notas en varios cuadernos. Me levanto. Voy al baño. Vuelvo. Me paseo. Me acerco a la máquina de chocolatinas o, a la nevera si estoy en casa. En algún momento, quizás, vendrá la estructura, parte del contenido, las recomendaciones que quiero dar y el tono que debo adoptar. Es igual. En este caso nunca será perfecto. No sé si, me pusiera a escribir profesionalmente, con la obligación de llenar el folio sobre un tema me pasaría lo mismo. Simplemente lo hago. Escribo sobre un tema cuando se me ocurre, donde se me ocurre y utilizando los medios que tengo en ese momento a mi alcance. Páginas en blanco de libros que estoy leyendo, libretas que tan amablemente dejan los hoteles en sus mesillas, el ordenador, el teléfono, la moleskine o el folleto del parque de atracciones. Hay veces que reviso, corto, pego o recompongo. En otras ocasiones vuelco directamente lo escrito sobre este blog. Algunas veces acaban en la librería, olvidadas reflexiones dentro de un libro que no volveré a abrir, en salas de embarque o en habitaciones de hotel. Supongo que siempre guardo la vanidad de pensar que alguién descifrará mis garabatos y se quedará pensando un ratito sobré lo que he intentado expresar.

jueves, 10 de febrero de 2011

Un descubrimiento

En una mesilla de alguien amado. Allí me encontré a Eric – Emmanuel Schmitt. Un libro de bolsillo, ajado de viajar varios continentes. Con un descapotable levantando el polvo del camino y dejando el sol tras de sí. “Ulises sobre Bagdad”.

La Odisea de Saad Saad, que significa, como el propio Saad Saad indica, esperanza en arabe, tristeza en inglés. Un viaje de supervivencia para el, y un viaje de descubrimiento para mí.

Saad Saad no quiere ser un héroe. Solo quiere salir de su país. Llegar a un lugar mejor donde podrá ahorrar para sacar adelante a su familia, que sufre en Irak.

Este viaje además me introduce en el autor. Un escritor sensible, con una inmensa capacidad de retratar los sentimientos de los protagonistas con pocas palabras, de descubrirnos paisajes, lugares y personas en breves párrafos.

Y tras Saad Saad, me encuentro con Joseph. Y Joseph es “el hijo de Noé”. Otro viaje. Otra aventura por la supervivencia. Esta vez lo encuentro en, sorpresa, una librería de Huesca, y sorpresa, en el francés original.

Y sigo a Joseph en su tránsito hacia la adolescencia, en una doble vida que esconde el más peligro secreto. En una adaptación a los ritos cristianos mientras, por la noche, se sigue instruyendo, junto al Padre Pons, en las tradiciones hebreas

El también viaja, aunque no sepa el porqué, viendo sobre sus ojos de años lo que pasa alrededor suyo sin acabar de comprenderlo.

Ahora que tengo frente a mí estos dos libros. Los dos evocando un gran viaje de la historia de la humanidad, los dos transmitiendo el viaje de una persona solo deseo poder encontrarme el tercero de los viajes narrados por Schmitt.

No lo voy a encargar. Estoy seguro que me encontrará en el lugar más insospechado, para llenar las horas de otro viaje, el mío hacia un lugar ahora, y todavía, no definido.